martes, 27 de mayo de 2014

miércoles, 14 de mayo de 2014

EOLICA





FRACKING (Shale gas o gas pizarra)

La industria espera un «boom» energético con la nueva técnica de extraer gas, que los ecologistas rechazan por «contaminante»

El fracking o fracturación hidráulica consiste en la inyección de agua a alta presión en rocas situadas a más de 3.000 metros de profundidad que provoca en ellas pequeñas fracturas y libera el gas que permanece allí encerrado desde tiempo inmemorial.
La industria tiene indicios de la existencia de yacimientos de gas pizarra en España, sobre todo en la cuenca vasco-cantábrica, aunque también en otras zonas como la cuenca del Guadalquivir, la Cordillera Subbética y zonas de Cataluña en las comarcas de Osona y la Segrarra. Desde hace un par de años, comenzaron a solicitarse permisos para explorar esas áreas en busca del nuevo maná energético. En la actualidad, ya hay decenas de permisos concedidos y otras tantas solicitudes, pero de momento no se ha llegado a perforar el suelo para realizar las catas, ya que cada una debe contar antes con su correspondiente declaración de impacto ambiental positiva.

Las organizaciones medioambientales están en desacuerdo por los efectos contaminantes que atribuyen al fracking, sobre todo en los acuíferos; por la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, y por la necesidad de «millones y millones de litros de agua», entre otros motivos.

Posibles fugas. Los ecologistas temen que puedan producirse fugas de los productos supuestamente contaminantes. La industria, en cambio, esgrime el efectivo aislamiento de la perforación, con una triple tubería de acero recubierta por capas de hormigón.
Emisiones a la atmósfera. Para la industria, uno de los puntos favorables del gas pizarra es que se reducen las emisiones a la atmósfera de efecto invernadero con respecto al carbón. Según Greenpeace, hay estudios que elevan al 4% las emisiones por gas metano, lo que anula a su juicio ese argumento.
Gran consumo de agua. Los críticos con el fracking alertan de la gran cantidad de agua empleada. Sus defensores alegan que se usan de 10.000 a 30.000 metros cúbicos, menos que la necesaria para regar dos hectáreas de maíz. Además, explican, solo se utiliza una única vez.
Movimientos sísmicos. Los movimientos ecologistas denuncian que el fracking desata pequeños terremotos, pero la industria asegura que hasta ahora solo se ha demostrado relación con un «microseísmo» de 3 grados en la escala Richter, algo «imperceptible», en un caso en Inglaterra.
Acuíferos. Una de las críticas más frecuentes es que el fracking contamina los acuíferos por los aditivos tóxicos y cancerígenos que se emplean. Las empresas sostienen que son productos aceptados normalmente, como bactericidas o dispersantes, que no entrañan peligro.
Riesgo de explosión. Se ha advertido de que, si fallase la seguridad y hubiese un reventón en la plataforma, se producirían graves daños personales y ambientales. La industria garantiza que se están empleando las más avanzadas tecnologías y se emplean las mayores medidas de prevención.




SOLAR IMPULSE

El Solar Impulse 2 es "absolutamente eficiente energéticamente" y dispone de "los mejores motores, las mejores baterías y los materiales más ligeros" para poder mantener el vuelo durante "cinco días y cinco noches" sin descanso. La cabina, monoplaza y con un asiento ergonómico, dispone de un pequeño servicio para los pilotos, que tendrán que alimentarse a base de una comida especial y que sólo podrán dormir durante "20 minutos", algo para lo que llevan meses entrenando y que piensan superar con ayuda de técnicas de relajación y auto hipnosis.
En este proyecto, que se inició hace ya 12 años, ha participado un equipo multidisciplinar de 80 especialistas. Ellos han conseguido que este avión almacene la energía suficiente, gracias a 17.248 células fotovoltaicas, que alimentarán a las cuatro hélices de la aeronave y se recolectará y almacenará en sus baterías de polímero de litio. El avión, que mide 72 metros, es similar a un Boeing 747 y es incluso "más ligero" que un vehículo. La cabina mide 3.8 metros cúbicos y monitorizará las constantes vitales del piloto para detectar cualquier posible anomalía. Puede alcanzar un máximo de altura de 8.500 metros y su máxima velocidad es de 90 km/h a nivel del mar y 140 km/h a máxima altitud. Su velocidad mínima es de 36 km/h a nivel de mar y 57 km/h a máxima altitud.

El Solar Impulse 2, que soportará temperaturas de 40 grados bajo cero por la noche y 40 grados por el día, despegará desde algún lugar de la zona del Golfo y volará sobre el Mar de Arabia, India, Birmania, China, el Océano Pacífico, Estados Unidos, el Océano Atlántico y el Sur de Europa o el Norte de Africa.



jueves, 8 de mayo de 2014